Si presto atención a las señales y sigo firme con las cosas con las que me comprometo, el universo se encarga de indicarme cuál es el camino correcto.

Gracias, ni siquiera tuve que pensar para saber cuál era la mejor decisión.

Hoy es un día de esos en los que necesitaría dormir entre los brazos de alguien que me tape el ombligo para que no se me escape la luz. Y que me asevere que realmente todo va a estar bien.

Una cosa que nunca dejo de esperar del otro es su sinceridad.
Esa es la parte ingenua en mí. La abrazaría si se presentase físicamente de la ternura que me causa. Ojalá no dejes de creer nunca!

Que me desafíen despierta a mi valkiria interna.
Que me levanten sólo una ceja acompañada de media sonrisa me hace perder completamente el hilo de pensamiento.

Qué ganas de patearte el tablero.

El abrazo debería estar recetado contra casi todos los males.
Y el volver a un par de brazos que te dan calorcito en el pecho.

A veces me enojo sobremanera con los seres humanos, con la forma en la que se manejan con los demás.

Y hay días en los que la solidaridad entre amigos me conmueve, el amor hacia un padre que nace justo a tiempo y resignifica una vida me moviliza más de lo que a veces admito.

Y cuando pienso en todo el dolor que pasamos en general para llegar a estos lugares, creo que entiendo de qué se trata esto del esfuerzo, de la paciencia y del construir.

Mente, qué fantástica eres.
Mente, qué difícil eres cuando te desestabilizás.

Mi amigo con derecho a roce, que solía ser mi único referente masculino anti histeria, ha sucumbido como los otros a ser un indeciso más.

Qué día más triste!