domingo, 10 de febrero de 2013

El problema sólo se presenta cuando no te puedo sacar de mi cabeza. Si tu cuerpo está a mi lado o no pierde relevancia. Porque la presencia física nunca está por sobre la mental en mis términos. Esto del debate constante entre cabeza y sentimiento es agotador y lo más frustrante es el terror a equivocarse.


Quiero volver a cerrar los ojos para en caída libre abrirlos... sin paracaídas.

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